Historias mínimas
En una tibia mañana de febrero, me acerqué a ver a una paciente que yacia en cama con todos sus males y un gran componente de ansiedad. Cuando se cae enfermo, cuando se está en cama, cuando se espera no se sabe qué, cuando te inunda la incetiumbre y el qué pasará .Cuando te enuentras en una cama que no es la tuya redeados de quejas y lamentos ajenos, familiares que entran y salen ,pijamas verdes, batas,aparatos, sueros, inyecciones, ......hace que a algunas criaturas el nivel de angustia sea aún mayor. Por ello, es tecnica común en muchos profesionales desviar la conversación o abordar el problema de forma tangencial hablando de otros temas más o menos intrascendenes o circunstanciales que hace que se vaya desvaneciendo , en la medida de lo posible, la ansiedad para después entrar en el tema que ha motivado el ingreso en el Hospital.
Pues bien ne acerco a ella( que es de un pueblo algo alejado de Sevilla) y le digo de forma coloquial:
- María, que casualidad. Vd. nació igual que yo, en el año 1945 ( no sé por qué todos los que nacimos ese año tenemos el colesterol alto) pero yo en Febrero y Vd. en Agosto.... precisamente en esa fecha tiraron la bomba en Hiroshima y Nagasaki....
- La enfema se quedó algo perpleja y me dijo:
- Pues mire Vd... no lo recuerdo exactamente eso de la bomba... lo que si me acuerdo es que algo de eso debió ocurrir porque mi padre nos decía que no salieramos mucho a la calle.
Quizás la enferma crea que esas lejanas ciudades están cerca de la suya ¡qué más da!; lo expreso con respeto, sin escarnio, con una leve sonrisa que me hace reflexionar que la cultura debe ser un patrimonio al alcance de todo el mundo y obviamente esta paciente no ha tenido las posibilidaes que yo tuve. Porque si la hibiese tenido quizás los papeles estarían invertidos. Eso seguro.
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