Adios estudiantes, adiós
ADIOS ,ESTUDIANTES,ADIOS : EL RELEVO DE LA ANTORCHA
Tras un mes de clases diarias a un grupo de Patologia General, concluyo, precipitadamente mis clases teóricas ahora que justamente el curso está recién iniciado. En este tiempo he tratado de hacer comprender, de transmitir, de enseñar o de compartir, que el ejercicio de la medicina deberá seguir fundamentándose en la relación personal , en el dialogo con el paciente y en averiguar, mediante la charla con él y lo que aportan los datos obtenidos de la cuidadosa exploración clínica. Por muchos avances tecnológicos que existan, por muchas pruebas complementarias que se realicen siempre será necesario un médico que se siente a la cabecera de su paciente o que en su consulta le pregunte al enfermo: ¿qué le pasa?. Y esto que parece ser tan elemental y tan básico casi casi es algo periclitado. ¿Para qué perder el tiempo en preguntar los antecedentes familiares? ¿por qué insistir una y mil veces como fuese ese dolor, qué lo precipitaba, con que sé aliviaba?.En los grandes Hospitales ante tanta prueba complementaria casi no hace falta saber auscultar para diagnosticar una estenosis mitral, saber palpar el abdomen para enjuiciar que el paciente padece apendicitis o percutir un abdomen para colegir casi sin ningún género de dudas que el paciente tiene una ascitis. Para qué perder el tiempo si la ecocardiografia es superior a nuestras habilidades ausucltatorias para el diagnostico de las enfermedades valvulares. Para que perder el tiempo palpando cuidadosamente un abdomen si al final otros medios complementarios van a explicitar qué tiene el enfermo. No, eso no es así. O al menos así lo veo yo. Me seguirá encantando ausucultar un tercer tono en ritmo de galope protodiastólico aunque quizás eso sea una antigualla que no conduce a ningún lado y los médicos más jóvenes prefieran pasar de esa sutileza auscultatoria y comprobar directamente que la fracción de eyección en ecocardiografia es baja. Lo que pasa es que las pruebas complementarias se solicitan para averiguar qué tiene el enfermo y no para confirmar una sospecha clínica. La fragmentación de la Medicina, con sus múltiples especialidades y subespecialidades, la necesidad de correr, de ver muchos pacientes en poco tiempo (se tarda mucho más en reconocer un enfermo detenidamente que en solicitar un impreso para realizarle un TAC). Y después viene el TAC. ¿y qué hacemos con él?. ¿Tratamos lo que hemos encontrado en el TAC o tratamos al paciente.? Pues a la vista de los hallazgos habrá que volver a interrogar al paciente y preguntarle de nuevo …pero ¿ a Vd. qué me decía que le pasaba?. Decía Claude Bernard, y no le faltaba razón que quien no sabe qué busca no puede interpretar lo que encuentra. ¡exacto!. ¿Para qué pedir una CPK a un paciente, de rutina, que ingresa por un a cefalea por ejemplo?. Y si el resultado es anómalo ¿qué hacemos?(Esto decía a los residentes ,cuando hacíamos guardias mi quierdio amigo y excelente cardiólogo Dr. Páxaro Vouillamoz,, a los residentes: no les pidas una CPK, ya que si viene alta ¿qué hacemos con ella?).Pues volver a empezar. El grado de sofisticación médica llega tal nivel que casi casi la opinión del Doctor se queda marginada, atrás, poco relevante. Nos preguntan a diario … ¿y qué ha dado el TAC?, echamos de menos que nos digan . … y Vd. Doctor ¿qué piensa que tiene? Esto ultimo parece secundario. Nada más lejos de mi intención que menospreciar las pruebas complementarias. Son fundamentales, son imprescindibles, pero son pruebas que como en todo existe el margen error, el margen humano de opinión en la interpretación de imágenes, hacen que no sean absolutamente infalibles. Además de que a veces son innecesarias, a veces redundantes y a veces peligrosas, en ocasiones, cuando el médico no tiene un buen juicio clínico elaborado no harán más que aumentar voluminosamente la carpeta del paciente que ha ido a vernos. Que por cierto no ha ido a vernos a nosotros. Le hemos tocado. Eso de la libre elección del médico no deja de ser una promesa prácticamente irrealizable.
Se dice con frecuencia que la medicina está deshumanizada. Y yo me pregunto :¿ y es que el resto de las actividades de la vida diaria lo están más?. Pues no, la desconfianza del hombre hacia el hombre, las prisas, la superficialidad, el hedonismo,el egoísmo, el consumismo es universal en la sociedad. Y en el noble ejercicio de la Medicina se acusa más.
Quizás la Medicina del futuro sea de otra forma, quizás no sea necesario auscultar, quizás el mapa genético individual sea una especie de tarot incotestable de qué, cuando y por qué nos va a pasar algo. Pero no sé si todo ello será suficiente para sustituir a una persona, el médico, que me pregunte qué me pasa y que cuidadosamente trate de curarme, aliviarme o consolarme en la forma más oportuna. Parece que la enfermedad es siempre como “de perdedores”. Y ahí pierde todo el mundo, el rico, el pobre, el agnóstico, el creyente…. Y la imagen de los perdedores es siempre lamentable. Seres desvalidos que han perdido lo que por habitual no habían echado de menos: la salud.
Quiero despedirme provisionalmente, de las clases solo, no de las prácticas, de todos los alumnos. De agradecerles su atención, su disposición , su interés. Y su afecto, que saben que es recíproco. Y animar a que se formen adecuadamente y que no pierdan el papel que ha tenido clásicamente el médico en aliviar a lo que sufren , a los perdedores y que pongan siempre los cinco sentidos cuando un enfermo nos traslada su problema y nos pregunta ¿qué me pasa doctor?. Y a veces esa responsabilidad es abrumadora.Y conviene compartirla.
Un abrazo fuerte para todos mis alumnos, mi respeto al que me lee y mis deseos que los estudiantes de hoy ,médicos del futuro no pierdan la ilusión en ejercer una profesión tan solidaria, tan inmediata, tan agradecida que trataran siempre de aliviar las limitaciones naturalmente perecederas de los hombres.
Alfonso Cruz Caballero (doctor98)
Tras un mes de clases diarias a un grupo de Patologia General, concluyo, precipitadamente mis clases teóricas ahora que justamente el curso está recién iniciado. En este tiempo he tratado de hacer comprender, de transmitir, de enseñar o de compartir, que el ejercicio de la medicina deberá seguir fundamentándose en la relación personal , en el dialogo con el paciente y en averiguar, mediante la charla con él y lo que aportan los datos obtenidos de la cuidadosa exploración clínica. Por muchos avances tecnológicos que existan, por muchas pruebas complementarias que se realicen siempre será necesario un médico que se siente a la cabecera de su paciente o que en su consulta le pregunte al enfermo: ¿qué le pasa?. Y esto que parece ser tan elemental y tan básico casi casi es algo periclitado. ¿Para qué perder el tiempo en preguntar los antecedentes familiares? ¿por qué insistir una y mil veces como fuese ese dolor, qué lo precipitaba, con que sé aliviaba?.En los grandes Hospitales ante tanta prueba complementaria casi no hace falta saber auscultar para diagnosticar una estenosis mitral, saber palpar el abdomen para enjuiciar que el paciente padece apendicitis o percutir un abdomen para colegir casi sin ningún género de dudas que el paciente tiene una ascitis. Para qué perder el tiempo si la ecocardiografia es superior a nuestras habilidades ausucltatorias para el diagnostico de las enfermedades valvulares. Para que perder el tiempo palpando cuidadosamente un abdomen si al final otros medios complementarios van a explicitar qué tiene el enfermo. No, eso no es así. O al menos así lo veo yo. Me seguirá encantando ausucultar un tercer tono en ritmo de galope protodiastólico aunque quizás eso sea una antigualla que no conduce a ningún lado y los médicos más jóvenes prefieran pasar de esa sutileza auscultatoria y comprobar directamente que la fracción de eyección en ecocardiografia es baja. Lo que pasa es que las pruebas complementarias se solicitan para averiguar qué tiene el enfermo y no para confirmar una sospecha clínica. La fragmentación de la Medicina, con sus múltiples especialidades y subespecialidades, la necesidad de correr, de ver muchos pacientes en poco tiempo (se tarda mucho más en reconocer un enfermo detenidamente que en solicitar un impreso para realizarle un TAC). Y después viene el TAC. ¿y qué hacemos con él?. ¿Tratamos lo que hemos encontrado en el TAC o tratamos al paciente.? Pues a la vista de los hallazgos habrá que volver a interrogar al paciente y preguntarle de nuevo …pero ¿ a Vd. qué me decía que le pasaba?. Decía Claude Bernard, y no le faltaba razón que quien no sabe qué busca no puede interpretar lo que encuentra. ¡exacto!. ¿Para qué pedir una CPK a un paciente, de rutina, que ingresa por un a cefalea por ejemplo?. Y si el resultado es anómalo ¿qué hacemos?(Esto decía a los residentes ,cuando hacíamos guardias mi quierdio amigo y excelente cardiólogo Dr. Páxaro Vouillamoz,, a los residentes: no les pidas una CPK, ya que si viene alta ¿qué hacemos con ella?).Pues volver a empezar. El grado de sofisticación médica llega tal nivel que casi casi la opinión del Doctor se queda marginada, atrás, poco relevante. Nos preguntan a diario … ¿y qué ha dado el TAC?, echamos de menos que nos digan . … y Vd. Doctor ¿qué piensa que tiene? Esto ultimo parece secundario. Nada más lejos de mi intención que menospreciar las pruebas complementarias. Son fundamentales, son imprescindibles, pero son pruebas que como en todo existe el margen error, el margen humano de opinión en la interpretación de imágenes, hacen que no sean absolutamente infalibles. Además de que a veces son innecesarias, a veces redundantes y a veces peligrosas, en ocasiones, cuando el médico no tiene un buen juicio clínico elaborado no harán más que aumentar voluminosamente la carpeta del paciente que ha ido a vernos. Que por cierto no ha ido a vernos a nosotros. Le hemos tocado. Eso de la libre elección del médico no deja de ser una promesa prácticamente irrealizable.
Se dice con frecuencia que la medicina está deshumanizada. Y yo me pregunto :¿ y es que el resto de las actividades de la vida diaria lo están más?. Pues no, la desconfianza del hombre hacia el hombre, las prisas, la superficialidad, el hedonismo,el egoísmo, el consumismo es universal en la sociedad. Y en el noble ejercicio de la Medicina se acusa más.
Quizás la Medicina del futuro sea de otra forma, quizás no sea necesario auscultar, quizás el mapa genético individual sea una especie de tarot incotestable de qué, cuando y por qué nos va a pasar algo. Pero no sé si todo ello será suficiente para sustituir a una persona, el médico, que me pregunte qué me pasa y que cuidadosamente trate de curarme, aliviarme o consolarme en la forma más oportuna. Parece que la enfermedad es siempre como “de perdedores”. Y ahí pierde todo el mundo, el rico, el pobre, el agnóstico, el creyente…. Y la imagen de los perdedores es siempre lamentable. Seres desvalidos que han perdido lo que por habitual no habían echado de menos: la salud.
Quiero despedirme provisionalmente, de las clases solo, no de las prácticas, de todos los alumnos. De agradecerles su atención, su disposición , su interés. Y su afecto, que saben que es recíproco. Y animar a que se formen adecuadamente y que no pierdan el papel que ha tenido clásicamente el médico en aliviar a lo que sufren , a los perdedores y que pongan siempre los cinco sentidos cuando un enfermo nos traslada su problema y nos pregunta ¿qué me pasa doctor?. Y a veces esa responsabilidad es abrumadora.Y conviene compartirla.
Un abrazo fuerte para todos mis alumnos, mi respeto al que me lee y mis deseos que los estudiantes de hoy ,médicos del futuro no pierdan la ilusión en ejercer una profesión tan solidaria, tan inmediata, tan agradecida que trataran siempre de aliviar las limitaciones naturalmente perecederas de los hombres.
Alfonso Cruz Caballero (doctor98)